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Mostrando entradas de noviembre 18, 2012
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Me desterré de tus ojos, busqué islas en el infinito. Navegue sin rumbo a tientas, a ciegas. Me despedí de los tornados y me refugié en tu corazón. Volví a ser yo misma sin máscaras, ni disfraces. Me encontré en el nido donde habitan todos los ... pájaros emigrantes. En la primavera respiré las flores y me sumergí en la hierba del recuerdo. Ahora si puedo decir que te quiero a pesar de ser dos polos opuestos   Esther Rubio Díaz.
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El ausente Sobre una piedra inmóvil, blanca inmaculada. las olas azotando contra el muelle. La playa sola ante la nada. Un infinito cielo cubre de azul con su manto. El ausente aparece sin ser visto. Una silla puesta al azar  como observador silencioso. Encima de la piedra inmóvil, blanca inmaculada. La silla blanca también, la luz penetra por sus costados. Y se hiergue en un absoluto silencio mirando al mar. El observador está ahí, solo, invisible. No se percibe a simple vista. Hay que mirar con los ojos del alma. y se ve a lo lejos el cielo confundido con el mar. La silla encima de la piedra blanca. Es un santuario de calma, de amor eterno. El hombre se ha perdido a si mismo. pero no se da cuenta que está solo ante el infinito.  Esther Rubio Díaz.