Todo se oscurece, el cielo negro
Llora triste y enfadado.
Todo parece temblar
Bajo los fuertes rugidos del rayo
Que se expande tras el deslumbrante
Y quebradizo relámpago.
El cielo se abre y las nubes gimen
Con llanto desbordado.
La gente corre a refugiarse
¡Dios mio! se oye a lo lejos
El manantial cristalino se vierte sobre nosotros
En la distancia la tormenta se abre paso a la
Pausada entrada de una lancha.
Las olas encrespadas la zarandean de lado a lado
El corazón palpitante de sus marineros
Tiembla de miedo.
Se apodera de ellos una extraña sensación de liviandad
Sus mujeres empapadas los ayudan y los miran con orgullo
Valentía de pescadores arriesgando todos los días sus vidas.
Inciertamente nunca saben si volverán.
Carrachina:
ResponderEliminarAhora que aquí en mi pueblo del norte de Costa Rica entra la estación lluviosa, siento gran empatía por tu bien logrado texto, excepto que aquí no hay mar ni marineros (solo algunos piratitas tratando de remontar el mar embravecido de la Poesía).
Apenas Blogger esté en forma me enlazo a tu sitio. Feliz fin de semana.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino.
P.D. Vengo a través del blog "El telar de los ángeles".
Disculpa Esther, éste, tu nombre.
ResponderEliminarun poema bello y descriptivo con excelentes imágenes. ¡Felicitaciones! Un abrazo,
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