El ausente
Sobre una piedra inmóvil, blanca inmaculada.
las olas azotando contra el muelle.
La playa sola ante la nada.
Un infinito cielo cubre de azul con su manto.
El ausente aparece sin ser visto.
Una silla puesta al azar
como observador silencioso.
Encima de la piedra inmóvil, blanca inmaculada.
La silla blanca también, la luz penetra por sus costados.
Y se hiergue en un absoluto silencio mirando al mar.
El observador está ahí, solo, invisible.
No se percibe a simple vista.
Hay que mirar con los ojos del alma.
y se ve a lo lejos el cielo confundido con el mar.
La silla encima de la piedra blanca.
Es un santuario de calma, de amor eterno.
El hombre se ha perdido a si mismo.
pero no se da cuenta que está solo
ante el infinito.
Esther Rubio Díaz.
Sobre una piedra inmóvil, blanca inmaculada.
las olas azotando contra el muelle.
La playa sola ante la nada.
Un infinito cielo cubre de azul con su manto.
El ausente aparece sin ser visto.
Una silla puesta al azar
como observador silencioso.
Encima de la piedra inmóvil, blanca inmaculada.
La silla blanca también, la luz penetra por sus costados.
Y se hiergue en un absoluto silencio mirando al mar.
El observador está ahí, solo, invisible.
No se percibe a simple vista.
Hay que mirar con los ojos del alma.
y se ve a lo lejos el cielo confundido con el mar.
La silla encima de la piedra blanca.
Es un santuario de calma, de amor eterno.
El hombre se ha perdido a si mismo.
pero no se da cuenta que está solo
ante el infinito.
Esther Rubio Díaz.
¡Enhorabuena por ese libro! Seguro que va a darte muchas satisfacciones.
ResponderEliminarMe encantaría tenerlo: en mi Perfil tienes mi e-mail. Si me escribes, te facilito mi dirección postal. De acuerdo?
Un beso desde Madrid.