Era una niña regordeta nacida en San Lorenzo, distrito de Santa Fe, a la que le encantaban los caramelos que le traía su padre de la fábrica donde trabajaba, era muy caprichosa, pero para calmar sus estados emocionales estaba el agua fría del grifo donde la ponían para apaciguar tanta rabia contenida. A pesar de su cuerpo rellenito; parecía una manzanita sonrosada y preciosa con unos ojos verdes como esmeraldas. Se crío en una familia en la que sus hermanos tenían la voz cantante, mientras ella y sus hermanas pasaban desapercibidas. Era la benjamina; "rebelde, egocéntrica y defensora de las causas perdidas", si se pasaba de la raya , recibía unas buenas nalgadas que le dejaban el culo tatuado con cinco enormes dedos. Una niña que estaba llamada a ser más que esa manzanita, más que esa mocosa con un temperamento desbordante. En la adolescencia contoneaba su cintura lo que su figura le permitía. Asi conoció a Sarmiento, un chico que le llevaba 17 años, un emigrante
Sus palabras y sus versos, la Luna los escribe en su luz argéntea. Abecedarios babélicos para exquisitas sensibilidades como la tuya.
ResponderEliminarPrecioso tu poema.
Saludos.
ESther, placer leer tus versos cargados de lindos sentires.
ResponderEliminarLa luna que miras,
ella lee tus versos
y ve que suspiras
llena de embelesos.
Abrazo
M. Ángel
Qué poesía más preciosa! Me encantó!!! Es muy muy bonita! Perdón por mi ausencia. Un beso enorme.
ResponderEliminarTierna, dulce, blanca y redonda como el objeto del sentir ¡la luna!
ResponderEliminarUn abrazo.